
El ser humano es una combinación de características: el aspecto físico, la personalidad, la identidad, el género, etc. El cuerpo hay que entenderlo como un conjunto de variables y de variantes a las que le asignamos un significado y por el cual se clasifica al individuo como masculino o femenino. Tradicionalmente se ha utilizado la genitalidad para definir si alguien es hombre o es mujer. Pero, ¿hasta qué punto la apariencia determina qué o quiénes somos?
Por ejemplo, un hombre que ha sufrido una infección en uno de sus dedos de la mano, si se lo cortan, ¿dejará de ser hombre por haber perdido esa parte de su cuerpo? Del mismo modo, si la infección la ha sufrido en su pene y se lo tienen que amputar, ¿va a dejar de ser hombre por haber pedido su miembro? ¿Y si tiene vagina va a ser menos hombre por eso? ¿Su identidad está localizada en los genitales?
“La masculinidad y la feminidad no reside en ningún órgano, se coloca en ellos”, explica Asier Santamaría, una estudiante de Medicina en la UPV/EHU y activista por la diversidad sexual y de género. Ha militado en diversas asociaciones e intenta introducir una visión no opresiva del género en el discurso médico. “Yo no creo en la diferencia sexual, no creo en hombres y en mujeres como realidades biológicas. Pero desde luego, dado que existen en el funcionamiento social, obviarlas me parece irresponsable. Por ello, hacer entender que hay chicos con vagina y chicas con pene me parece profundamente necesario, importante y urgente.”
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Santamaría empezó a interesarse por el estudio del género y la sexualidad porque cree que es “el eje a través del cual se me ha oprimido en todos los ámbitos de mi vida, tanto en el colegio, como en el parque e incluso dentro de mi familia”. A la hora de definirse lo tiene claro: “Marica es mi identidad política porque es una categoría muy abierta y siempre en contraposición. Cuando me llamaban así de pequeño, no me estaban llamando gay u homosexual, me estaban llamando no hombre. Ahora la uso porque es un empoderamiento constante con aquello con lo que me han atacado. Me hace fuerte.”
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Cada persona, por individual, tiene una identidad de género que se va desarrollando y se expresa a través de su forma de ser, sus expresiones, sus gustos y su manera de vivir. Para entenderlo, hay que comprender el sexo como una categoría supuestamente biológica entre hombres y mujeres y género como todas esas características que te identifican como persona.
Lo que está comúnmente aceptado por la sociedad es que el sexo biológico se manifiesta de tres formas: primero tenemos las hembras, las que nacen con genitales “femeninos” (vagina); después los machos, quienes nacen con aparato reproductor masculino; y, por último, y más acallados en la sociedad, los intersexuales, que no pueden adscribirse a ninguna de las categorías previas. Pero estas definiciones no dejan de ser insuficientes, opresivas y poco rigurosas.
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Entonces, ¿qué factores nos hacen diferenciar a una mujer de un hombre? A través de los 5 factores mediante de los cuales se construye el sexo biológico: genitalidad, gónadas, genotipo, ecuación hormonal y caracteres sexuales secundarios. Para Santamaría, estos factores se pueden explicar de la siguiente manera:
CUERPO HUMANO
